La arena sílica, compuesta principalmente de dióxido de silicio (SiO₂), ha sido utilizada ampliamente en diversas industrias, desde la fabricación de vidrio y cerámica hasta la limpieza abrasiva mediante el proceso de sandblasting. Sin embargo, su uso ha generado preocupaciones de salud ocupacional debido a los riesgos asociados a la exposición al polvo respirable de sílice cristalina. Esta sustancia ha sido clasificada como cancerígena para los humanos por la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC), lo que ha llevado a varios países a regular, restringir o prohibir su uso en determinadas actividades.
Cuando los trabajadores manipulan arena sílica, especialmente en procesos como el sandblasting, se liberan partículas finas de sílice cristalina que, al ser inhaladas, pueden alcanzar los alvéolos pulmonares. Esto puede causar enfermedades graves como:
Silicosis: Una enfermedad pulmonar incurable y progresiva que genera cicatrices en los pulmones.
Cáncer de pulmón: Confirmado como un riesgo asociado a la exposición prolongada a la sílice cristalina.
Enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC): Afecta la capacidad respiratoria y reduce la calidad de vida.
Enfermedades autoinmunes: Algunas investigaciones vinculan la exposición a la sílice con enfermedades como la artritis reumatoide.
Estos riesgos han impulsado un movimiento global hacia la regulación estricta o la prohibición de la arena sílica en aplicaciones donde el polvo respirable no puede ser controlado adecuadamente.
La prohibición de la arena sílica se ha implementado principalmente en países con normativas avanzadas de seguridad laboral y salud ocupacional. Entre los casos más destacados están:
Unión Europea: En varios países europeos, como Alemania, Francia y Países Bajos, el uso de arena sílica en el sandblasting ha sido prohibido desde hace décadas. En su lugar, se han promovido abrasivos alternativos como el vidrio reciclado, el óxido de aluminio o la granalla metálica, que presentan menores riesgos para la salud.
Australia: En los últimos años, Australia ha reforzado su legislación en relación con la sílice cristalina. En 2021, implementó regulaciones más estrictas para la exposición ocupacional, incluyendo la prohibición de la arena sílica en procesos abrasivos y el monitoreo obligatorio de la salud de los trabajadores expuestos.
Estados Unidos: Aunque no existe una prohibición total, la Administración de Seguridad y Salud Ocupacional (OSHA) implementó en 2016 un estándar más riguroso para limitar la exposición al polvo respirable de sílice en los lugares de trabajo. Este estándar restringe significativamente su uso en actividades como el sandblasting.
Canadá: Algunas provincias, como Ontario, han prohibido el uso de arena sílica en procesos de limpieza abrasiva y han establecido límites de exposición más estrictos para los trabajadores.
Los países que han prohibido o limitado el uso de la arena sílica han promovido el empleo de materiales abrasivos más seguros, como:
Granalla metálica
Esferas de vidrio
Cáscara de nuez triturada
Plásticos reciclados
Óxido de aluminio
Estas alternativas permiten realizar las mismas tareas industriales sin exponer a los trabajadores a riesgos tan elevados.
En México, la regulación de la arena sílica está contemplada principalmente en las Normas Oficiales Mexicanas (NOM) de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS). Algunas de las normativas relacionadas son:
NOM-010-STPS-2014: Establece los límites máximos permisibles de exposición a agentes químicos, incluyendo el polvo respirable de sílice cristalina.
Aunque en México no existe una prohibición explícita del uso de la arena sílica en actividades como el sandblasting, las normas requieren medidas de control específicas para minimizar la exposición. Estas incluyen sistemas de extracción local, el uso de cabinas cerradas y la provisión de equipos de protección personal adecuados, como respiradores con filtro para partículas.
A pesar de las regulaciones existentes, la aplicación y cumplimiento de las normas es desigual, particularmente en pequeñas y medianas empresas (PyMES) donde los recursos para implementar medidas de control pueden ser limitados. Además, la falta de conocimiento sobre los riesgos asociados a la sílice cristalina en sectores como la construcción y la minería complica la situación.
Sin embargo, hay señales de avance:
Mayor concienciación: Organizaciones como el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y asociaciones industriales están promoviendo campañas de información sobre los riesgos de la sílice.
Innovación en materiales: Empresas mexicanas están explorando alternativas abrasivas que puedan reemplazar la arena sílica en procesos industriales.
La prohibición de la arena sílica ha ganado tracción a nivel internacional debido a los riesgos significativos para la salud de los trabajadores. Mientras que países desarrollados han implementado regulaciones estrictas o prohibiciones, México se encuentra en un estado intermedio, con normativas que buscan controlar la exposición pero sin una prohibición específica. Avanzar hacia un marco regulatorio más estricto, acompañado de medidas efectivas de cumplimiento y promoción de alternativas seguras, es esencial para proteger a los trabajadores mexicanos de enfermedades ocupacionales prevenibles.